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Ejemplo de Análisis:
El nombre Daniel, de origen semítico y significado "Dios es mi juez"— (דָּנִיֵּאל, Daniyyel), ofrece una paradoja cuando se somete a un análisis numerológico. Para entender esto, utilizamos los dos sistemas: el pitagórico y el caldeo.
Cálculo Pitagórico:
En el sistema pitagórico, cada letra se asigna a un número según su posición en el alfabeto. Tomemos el nombre "Daniel" y hagamos el cálculo:
Sumando estos valores obtenemos:
Para reducirlo a un solo dígito, sumamos las cifras de 27:
Por lo tanto, el número reducido es 9.
Cálculo Caldeo:
En el sistema caldeo, las letras se asignan a números de una forma diferente. Para el nombre "Daniel", el cálculo sería el siguiente:
Sumando estos valores obtenemos:
Al reducir 19, sumamos las cifras:
Por lo tanto, el número reducido es 1.
Interpretación: El 1 y el 9 como Tensión Complementaria
Es fascinante cómo el nombre Daniel nos ofrece dos números tan distintos: el 1 y el 9. Estos dos números, aunque aparentemente opuestos, son también complementarios y representan conceptos profundamente relacionados en muchas tradiciones esotéricas.
1: El número 1 simboliza el origen, el individuo, la voluntad y la fulgor inicial. Es el número del Yo, la afirmación pura, el principio activo. En este sentido, el 1 se asocia con la autoafirmación y la independencia.
9: El número 9, por otro lado, es la culminación, el humanismo, la entrega y el fin de un ciclo. Es el número del Otro, del altruismo y de la disolución del Yo en lo universal. El 9 representa el final de un proceso, la sabiduría acumulada y la capacidad de entregarse al Todo.
El hecho de que el nombre *Daniel* reduzca a 1 en el sistema caldeo y a 9 en el pitagórico refleja una tensión entre la afirmación individual y la disolución en el todo. *Daniel* significa "Dios es mi juez" (דָּנִיֵּאל, Daniyyel), lo que ya introduce una dualidad: por un lado, está la justicia divina, externa y trascendente, y por otro, está el individuo, el Yo que se juzga a sí mismo. Esta dualidad se refleja perfectamente en los números.
El 1, en el sistema caldeo, prevalece, sugiriendo que en el fondo, el Yo está en el centro, en un espacio más íntimo, más oculto y personal. En cambio, el 9 del sistema pitagórico, con su orientación más racional y ordenada, sugiere que el Yo se disuelve en el todo, en la humanidad colectiva y en los ciclos mayores de la vida.
Así, el nombre *Daniel* parece llevar consigo una paradoja: el acto de afirmarse (1) y el acto de entregarse (9). Esta contradicción no es negativa, sino que invita a un equilibrio entre la individualidad y la universalidad, entre la justicia personal y la justicia cósmica, entre el principio y el fin.